EPÍLOGO (Cinco
años después)
Recuperé el
pulso a la ciudad de Madrid una noche de octubre.
Después de
casi un año y medio de ruptura con ella, volví a la ciudad que me vio llegar 5
años antes, y tras una noche de breve celebración con amigos y/o compañeros de
trabajo, me dejaron delante de la estación de Atocha.
Sé que sonreí.
De pronto todo
encajó.
Aquella noche,
al caminar frente a la estación, me di cuenta de que la fotografía que había
elegido como portada para el disco era precisamente de allí, y fue tomada el
día que me reencontré con la ciudad, unos 5 meses antes, en el año post Madrid
que estuve viviendo en Barcelona, para qué negarlo, lamiéndome las heridas tras
casi cuatro años de guerra civil conmigo mismo. De pronto me vinieron a la mente,
con sabor pero sin retrogusto, infinidad de mañanas y noches de espera en ese
lugar, en silencio en el andén, con mis pensamientos y emociones. Viendo ir y
venir a miles y miles de personas anónimas, en un continuo juego de
reencuentros y despedidas, de historias que empiezan y acaban, como metáfora de
las oportunidades que van y vienen, mientras yo daba al botón de pausa de la
realidad y congelaba el tiempo. Como en aquel relato que escribí 7 años antes,
aunque esta vez ambientado en el metro de Valencia (http://desvandelatidos.blogspot.com.es/2009/11/un-senor-con-bombin-relativamente-lento.html)
Madrid es una
ciudad llena de gente, pero que amplifica soledades. Y en esos ecos a uno le
ocurren muchas cosas por dentro, que al parecer, a la distancia, cuando la
ciudad dejó de doler, cobraron forma y han acabado siendo, aunque no de un modo
buscado, ésto que se llama “Un señor con bombín relativamente lento”. Aquella
noche de paseo nocturno por Huertas, Gran Vía, Malasaña… de afectuoso
reencuentro con la ciudad, me salió el sentir (que no la letra) del bonus track
“cadáveres ausentes”, que aunque acústicamente no tiene mucho que ver con lo
anterior, era necesario incluirlo como cierre. El tema se grabó una madrugada
en mi casa, a primera toma, y con un ejército de grillos cantando en la calle.
Del resto de
temas, “12 grados en la escala hipster”, que podría estar ambientado en la
calle Fuencarral perfectamente, “Tu mundo feliz”, escrito hace muchos años,
pero de pronto cobró vigencia en mi vida y se ganó su sitio (igual que
“Polaroid” del anterior disco, es un tema que no dejé escrito en ningún sitio,
pero cada cierto tiempo ha vuelto a mi cabeza y eso suele significar algo), y
“Un señor con bombin…” en un deseo de hacer algo cercano a la chanson française
y entendí como un desarrollo natural del texto mencionado antes, en alegoría al
tiempo que perdemos sin darnos cuenta. Los demás temas (“Creo que he perdido la
razón”, “El discreto encanto…”, “Diciembre”) son temas que en su día ya tocamos
en directo con The Sexy Circus, pero que parecía oportuno recuperar. Ésta
última, entró con el disco ya terminado, tras varias charlas con amigos en las
que de pronto me hablaban de esa canción, y volvió a mi imaginario. Los temas
bien podrían contar con una coherencia narrativa interna, aunque inicialmente
no se buscaba.
Ésto que
tienes delante no es un disco al uso. Es un trabajo de artesanía. Un empeño
personal por manufacturar todo el proceso, desde la concepción, los temas, la
interpretación de todos los instrumentos, el diseño, etc. No nos podemos
dedicar a la música a tiempo completo, incluso carecemos de recursos para
rodearnos de un equipo de productores, diseñadores, comunicadores, músicos de
sesión…que hagan que las ideas se conviertan en un producto comercialmente potente.
No pretende serlo. Ésto es literatura sonora, con aristas y rugosidades.
Inicialmente se planteó un lanzamiento solamente digital, pero posteriormente
consideramos realizar una mínima tirada, exclusiva, para nuestro entorno más
querido; el que nos entiende, o aún sin hacerlo nos da sol y nos llueve. Milan
Kundera dijo eso de “la cultura sucumbe bajo el volumen de la producción, la
avalancha de letras, la locura de la cantidad. Por ese motivo digo que un libro
prohibido significa infinitamente más que los millones de palabras que vomitan
las universidades”. Suscribo palabra por palabra. Una tirada limitada, en manos
afectuosas, y en oídos sensibles, tienen más valor que 2000 copias en cajas en
unos grandes almacenes. Porque no
medimos ésto con términos de éxito o fracaso, sino con necesidad de hacerlo,
pues el arte realmente no explica nada, pero nos exime de tener que explicar
muchas cosas.
Después de
mucho tiempo, volví a escribir canciones, gracias a este proyecto que tengo a
medias con mi compinche Laguna, llamado Los Detectives Salvajes, en el que nos
picamos mutuamente para componer y producir canciones. Ya llevamos a medias la autoría del disco de
The Sexy Circus, y como Los Detectives Salvajes, ya tenemos dos discos, más
todo lo que hemos producido de puertas hacia adentro o de fiestas hacia afuera,
desde que nos conocimos en 1997 al pie de unas escaleras, y en pocos minutos ya
estábamos hablando de Jimi Hendrix y de Led Zeppelin…
Es curioso que
todo surgiera en Barcelona, pero que tomara forma con mi regreso a Valencia,
donde recuperé de nuevo mi propia piel. En Madrid apenas compuse; creo que
únicamente escribí una canción, “Indestructible”, que figura en el anterior
disco “Un sentido errático del tiempo”. Ahora sé que ese barbecho fue necesario
creativamente.
Tras el
mencionado anterior disco, empecé a tener jornadas nocturnas de 13 y 14 horas de
dedicación seguida, que se juntaban con la hora de ir a trabajar. Muchos
viajes, cenas y salidas no realizadas para tener un mínimo de dinero para
conseguir una buena guitarra acústica, un buen piano… Creí interesante ocupar
el enchufe de la tele con los cables de la mesa de mezclas, empecé a estudiar
piano, monté un estudio casero en el salón, e intenté aprender a grabar y
mezclar. Si algo te apasiona, no puedes dejar que el dinero o el tiempo sea el
impedimento. Una obsesión creciente poco a poco iba llenado todos mis
pensamientos hasta que la pulsión cogió una velocidad inusitada, y la fuerza
centrífuga me llevo a juntar una serie de maquetas que de pronto cobraban vida.
Aunque
inicialmente el proyecto iba a ser un disco de unos 12 temas a medias, Laguna
entendió perfectamente que ésto era una necesidad que yo tenía, y me prestó
todo su apoyo y todo el espacio que yo necesitaba para terminar algo que aún no
sabía dónde llegaría. Impensable que ésto viera la luz sin su contrapunto, su
apoyo y su confianza en la idea. En breve le (nos) tocará tirar… y volveremos a
hacerlo juntos porque Los Detectives Salvajes somos los dos: aquellos vencidos
pero elegantes que siempre han apostado, deliberadamente por el caballo menos
fuerte, dispuestos otra vez a emprender la jugada del eterno perdedor que
siempre gana. También ha quedado demostrado a lo largo de los años, que a pesar
de nuestros marcados estilos compostivos, acabamos haciendo temas
complementarios que consciente o inconscientemente bucean en temáticas
similares, de un modo coherente desde el punto de vista narrativo. Así que,
después de “un sentido errático del tiempo”, éste “señor con bombín” es la
estacióno desde la que parte el primer capítulo de una serie de episodios que
escribiremos entre los dos.
Tampoco puedo
dejar de mencionar a mi hermano Sergio: mi maestro en muchas cosas, entre ellas
las musicales. De él aprendí a amar la música, de él aprendí a escribir, y
aunque nuestro amigo Alan Smithee se dejó caer por España para masterizar el
trabajo, sin el empujón final de Sergio a mis limitados conocimientos de mezcla
y grabación, ésto, no hubiera sonado igual.
Os quiero dar
las gracias, por el apoyo y el cariño, y por ayudarnos a hacer ésto posible.
Antes decía que Madrid es una ciudad que amplifica soledades, pero me hace muy
feliz darme cuenta, que lo que fue una maleta vacía, y una persona anónima en
una ciudad gigante, ha acabado siendo un trabajo que ha visto la luz gracias a
la ayuda de un montón de gente.
Este
individualista redomado que suscribe, se despide parafraseando a David Bowie en
Five Years, con aquello de “I never thought I’d need some many people…”
Cinco años
después….