sábado, 30 de mayo de 2020

la nueva normalidad era esto





   Lo pude ver.



   Como en un sueño, difuso, los colores irreales superponiéndose unos a otros.



   Lo pude ver todo desde mi ventana. Os juro que es verdad. Eran 15 porque nos encontrábamos en la fase 2. Aunque, a decir verdad, yo no me encontraba en ningún sitio; si acaso anhelando un encuentro en la tercera fase.




   Doblaron la esquina y se adentraron lenta pero inexorablemente en la plazoleta, con un movimiento acompasado, no melodioso pero si de una ritmicidad cómicamente castrense.  El pobre tipo estaba sentado en el único banco a la sombra, proporcionada por el viejo álamo, orgullo de la municipalidad.





   Vestía traje gris y comía frutos secos como una ardilla. Cuando los vio llegar ni se inmutó. Se adelantó el que parecía el líder del grupo, que ahora formaba un semicírculo frente al banco a guisa de tribu del futuro. El líder era como los demás. Sólo un intercambio de palabras ritual, leves gestos: conminatorios de líder, de aturdimiento del hombre gris. Fue todo muy rápido.




   Cuando abandonaron la plazoleta, el hombre de gris aún agitaba un pie, colgado del álamo con su nueva corbata de nailon. Los 15 llevaban trajes de protección integral impolutos y las bandas amarillas en el brazo izquierdo.




   La nueva normalidad era esto.