jueves, 27 de febrero de 2014

amsterdam


Warmoestraat. La portada del disco podría haber sido perfectamente la imagen de dos jóvenes inveterados recorriendo la calle Warmoestraat de Amsterdam, yendo al Teddy's Corner a comer una hamburguesa, o entrando a algún Coffee Shop, mientras hablan de música, y respiran música, y caminan música. Siempre la música. La música nos presentó, y quién sabe si algún día la música nos despedirá.

Soy de la opinión que este disco debe mucho a Amsterdam. Y debe a muchas más cosas, pero probablemente su espíritu se terminó de consolidar en Amsterdam. En algún lugar del barrio rojo, en alguno de los escenarios que espontáneamente pisamos, en algún club de música en directo que conquistamos, en alguna de aquellas escenas propias de una peli de Tarantino, en las conversaciones en un inglés delirante con cualquier persona que aparecía en escena para darnos pie. Lo que pasó en Amsterdam se quedó en Amsterdam. Porque no facturábamos maleta, y nos traíamos mucho.

Noche del 1 de enero de 2013. Celebrando el año nuevo, en el barrio del Carmen de Valencia, en algún inhóspito lugar cercano a la Plaza del Negrito. Laguna y yo acabábamos de despachar a un habitante de la crapulencia etílica de la zona. Surgió entre cerveza y cerveza, y hablando de quién sabe qué disco, qué canción, qué momento con una guitarra siempre detrás de la puerta y qué sueño sin alcanzar. Surgió. Espontáneamente. Como tantas veces y tantos otros proyectos que se quedaron simplemente en intenciones sin piernas. "Laguna, vamos a grabar un disco". 

Me recordó a aquella vez en la extinta "La Claca", en el que al ver el escenario surgió un "Laguna, vamos a montar un grupo de rock'n'roll". Aquello fue el germen de lo que a la postre sería la creación de The Sexy Circus. Esta vez, sería el germen de Los Detectives Salvajes.

El periodo crítico que separa una simple declaración de intenciones y una realidad duró más bien poco. La espinita llevaba clavada demasiado tiempo, porque aunque The Sexy Circus tuvo una vida más o menos digna, Laguna no pudo participar más que en sus orígenes. De algún modo él siempre echó de menos los momentos en los que, guitarra en mano, componíamos canciones sin piedad. Y yo, a mi modo, añoraba el contrapunto que siempre me ha ofrecido, que me hacía romper mi burbuja de la comodidad y tocar siempre medio milimetro más allá de lo que suelo hacerlo por mi cuenta. Nos retroalimentamos mutuamente, y siempre pensé que uno a uno podríamos hacer muchas cosas. Pero los dos a la vez crecemos exponencialmente y somos mucho mejores. Nos merecíamos este proyecto.

Los primeros meses fueron de intercambio de ideas, elección de canciones, búsqueda de fórmulas para grabar. De hacer premaquetas, y de quedar con nuestros queridos Pichi y Bruno a la batería y el bajo, pensando en una fórmula de grabación en directo. Laguna vino a visitarme a Madrid para desarrollar ideas y seguir eligiendo las canciones. Pero todavía no dábamos con la fórmula, y la distancia entre Valencia y Madrid era un palo en las ruedas.

Entonces, nos fuimos a Amsterdam. A título personal, en cuanto pisé la calle Warmoestraat me sentí como David Bowie en la calle Hebdon. Y creo que fue allí cuando empezamos a ser Los Detectives Salvajes. Las ideas fluían junto con las vivencias, y de nuevo fuimos aquellos adolescentes que se conocieron al pie de unas escaleras y empezaron a hablar de Led Zeppelin. De nuevo los días eran una barra libre para desarrollar y dar salida a la creatividad, sin 12h de trabajo con las ideas oprimidas. Volvimos a España, y activamos la maquinaria. Viajes continuos de Madrid a Valencia, búsqueda de espacios para entrar a grabar, y la eterna complicidad de Sergio, que aplicaba todo su talento a nuestro servicio, como capitán de la nave en jornadas maratonianas de estudio en las que todo acababa siendo un juego en el que inventar sin parar, haciendo que lo que llegó como una colección de canciones desnudas de "cuasi-acampada", terminara siendo una experiencia auditivo-emocional, orgánica y orgásmica. 

El ciclo se cierra, y lo que fantaseábamos y proyectábamos con 17 años, cobra vida otros 17 años después.  Quiero pensar que cada cosa tiene su momento, y que en realidad, debíamos esperar todo este tiempo. 

Lo que llega es un triunfo. Un disco que sólo necesitaba existir. Un proyecto emocional ajeno a corsés estilísticos en el que de forma natural hemos participado a partes iguales, sin "tuyo y mío"; sólo ha habido "nuestros". 

El tiempo es un concepto relativo. Somos los que han dado la vuelta al mundo y han vuelto al mismo punto. Somos aquellos locos que componían canciones sin parar, se intercambiaban letras y se entendían con tan sólo un gesto.

Somos Los Detectives Salvajes.


"no está todo perdido, ferdydurkistas" (Roberto Bolaño)

 
   "Los detectives salvajes" es una novela iniciática de Roberto Bolaño. Iniciática para algunos
 -entre los que me incluyo-  porque nos sorprendió en la época de tránsito de ser uno a ser persona. Tenebrosa y errática senda que habría de alumbrar/oscurecer los caminos del mañana. Esto nos liga a un momento y un lugar, a personas y circunstancias,  reescribe nuestro anterior relato vital y prefigura hitos y caídas por venir.

   Entre las espinas clavadas en la espina dorsal ontológica, quedó la de no poder concretar en digno registro sonoro y envoltorio conceptual una masa de canciones y artefactos sónicos propios, que articulaban una poética personal/grupal, entendiendo grupal como referido a grupo de música. Un grupo de música que no se adscribe a una estética cerrada, que bebe de muchas fuentes, que se desbordan, encharcan superficies y generan otras fuentes, en un juego de espejos con los géneros históricos,  en el convencimiento de que, siguiendo a Eugenio d'Ors: "Todo lo que no es tradición, es plagio".

   Sirva de ejemplo de la búsqueda metaestética que nos mueve, mi reciente descubrimiento personal de las vanguardias polacas, que me une, siguiendo el juego de analogías -piedra angular del surrealismo- de Breton,  a otro viejo conocido, proveedor de lecturas nucleares, Alfred Jarry.  En "Ubú Rey",  Jarry sitúa la acción "en Polonia, es decir, en Ninguna Parte". Krzysztof Penderecki, gran compositor polaco, estrictamente contemporáneo,  consagra una ópera a la obra de Jarry, precursora del surrealismo y el teatro del absurdo:  "Ubu Rex". Penderecki también compuso la banda sonora de "El manuscrito encontrado en Zaragoza", película de Wojciech Has, alabada por los surrealistas, adaptación de la novela gótica polaca del mismo título de Jan Potocki, precursor de las vanguardias polacas.

   Anna me regala recientemente "Cosmos", de Witold Gombrowicz, insigne representante de esa vanguardia polaca luminosamente independiente. Cae en mis manos, como un manuscrito encontrado en un viejo rastro, el fanzine ilustrado, de cuidada factura  -que recomiendo- "Vacaciones en Polonia", donde descubro que Roberto Bolaño es ferviente valedor de la primera novela de Gombrowicz, expatriado en Argentina, "Ferdydurke". "Ferdyduke" trata, entre otras cosas, a saber, de la lucha imposible por la independencia, la batalla por arrancarnos mordazas familiares, sociales, históricas, librarnos (lucha inútil, pero irrenunciable) de las "formas" que nos imponen.
  ¿Por qué no luchar por un sueño que se resiste a hacerse realidad? Mi sueño, que por momentos parecía irrealizable, era grabar un disco con Javi y que Sergio pudiera colaborar.

   Ha llegado el momento de dar salida a ambiciones que no quisimos o no pudimos permitirnos. El grupo se llama "los detectives salvajes"; el artefacto sónico "un sentido errático del tiempo". En breve (paciencia: el tiempo se  nos escapa fugaz) estará disponible para quien lo quiera escuchar ¿Nos acompañáis?