miércoles, 17 de mayo de 2017

julio



Hoy te has ido...

Creo que la última vez que nos vimos teníamos claro que quizá sería la última, pero tú no lo decías, y yo absurdamente relativizaba la situación. Llevo días pensando en llamarte, ahora vienen los "tendría que".

Siempre te admiré como guitarrista, pocas personas he conocido con tanto amor al instrumento. Pitufo gruñón, de carácter indomable, pero profundamente fiel y amigo de sus amigos.

Duele mucho que te hayas ido, duele haberte dado un abrazo final débil, por miedo a arrancarte algún cable.

Sólo se me ocurre darte profundas gracias por tu amistad, por todos los ratos compartidos, por ser tan genuino.

Nunca te dije que te quería, tampoco te hubiera sentado bien, igual que te hubiera resultado raro leer estas líneas que torpemente me salen, porque necesito llorarte; siempre fui más "poppie" que tú...

No te voy a olvidar, llevas mucho alma allá donde quiera que vayas. Ojalá recibas mucha luz.

Un abrazo amigo Julio.

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1 comentario:

  1. Conviví con Julio antes de mi primer éxodo de Valencia. El piso estaba situado cerca del puente de madera, que entonces apenas tenía madera, que salvaba el cauce del río ausente, hacia la muralla desaparecida... Fueron los últimos años de extrañeza, deambulando por las calles naranjas.
    Mientras me adentraba con paso decidido en la supuesta estabilidad y madurez, Julio representaba la bohemia bien entendida, real, no exhibida como apéndice burgués sino como auténtico modo de vida. Estaba lleno de pasión. Pese a realizar trabajos alimenticios era un músico de pies a cabeza que amaba la guitarra.
    Recuerdo anécdotas de aquellos años. En el piso no paraba de sonar música. A mí me encanta Bowie y a él le producía rechazo, que acentuaba en nuestras discusiones musicales. Una vez le puse el principio de "Cracked actor" sin decir nada y le gustó. Después le revelé la trampa. Me miró con una de sus miradas que mezclaban picardía y sorna.
    Gracias a él, llevé a cabo la única interpretación de mi vida donde no he fallado una sola nota. Me hice cargo de "tocar" el órgano, que estaba pre-grabado, supliéndolo en un trío que amenizaba fiestas populares de la geografía levantina. Me encantó la experiencia. Ya en el escenario, ciego de cerveza, entoné a capela el "Love reign o´er me" de los Who (en esa época devoraba el "Quadrophenia") ante el asombro de mi contratante ocasional y del público estupefacto, que escasos minutos antes jaleaba "Islas Canarias"...
    Momentos como esos van formando el tejido de la vida, esos que no tenemos presentes a diario, pero que son esenciales. Gracias, Julio.

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