miércoles, 8 de febrero de 2017

George

Lo reconozco, es auténtica devoción la que siento por George Harrison. Lejos del maniqueísmo sobre  su distancia al genio de los Lennon/McCartney, o de las citas biográficas en las que se ensalza el liderazgo de Paul que le ensombrecía y en muchas ocasiones le quitaba la guitarra de las manos (casi literal), creo que fue un músico con letras grandes, que evolucionó de una forma muy notable hacia una sonoridad propia, y hacia la habilidad de meter las notas precisas, la melodía perfecta...

Existe el sonido Beatle, y también existe la onda Harrison, y cuando se dice, todos los músicos entendemos qué queremos decir. Conseguir eso en el seno de la banda más importante de la historia, y también fuera da buena medida de la grandeza de George.

No viene a cuento aquí decir que a menudo canto Wah Wah en la ducha, que la intro de Here comes the sun es un ejercicio habitual de fingerpicking de calentamiento, o que el bajo de When we was fab o de While my guitar gentle weeps me ha dado un montón de ideas para otros desarrollos o para enfocar la forma de tocar.

Pero hoy me apetecía homenajearle con un country-blues que siempre me pareció una joya.


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