lunes, 8 de junio de 2015

hipster days are here again


   Dos festivales en dos fines de semana. Más festivales que cuando era más joven ¿joven…?
   Volvía en tren de Barcelona. Primavera Sound con Javi. El tren se retrasó cuatro horas porque alguien se arrojó a las vías en Vinaroz. Y el tiempo no se paró. Sólo pensábamos en nuestras pequeñas miserias personales.
                                                              Cada suicidio es una derrota. Una noticia que no sale en el diario. Y no lo queremos ver. Y no queremos oír el (aquí sí)  tic-tac/tic-tac…

   Pero escuché muchas cosas


   En Barcelona hubo mucho movimiento,


(llegamos a sufrir el síndrome de las piernas inquietas);
                                                                                                     ya no era el Gran Ojo el que nos observaba, habíamos creado múltiples ojos que miraban por nosotros

      
                                 y lo que veíamos tenía todo el sentido
   que le quisimos dar


    Pero hagamos lo que hagamos, nunca nos podemos separar de nuestra sombra.

   Y, sin embargo, teníamos fe. Porque el viaje, la victoria y la derrota son un estado mental y aunque sentimos el vacío, el horror...


pudimos reponernos y  -engullidos por la vorágine-  meditar,


   elevarnos,

experimentar sin miedo a la mirada del Otro,


incluso hacernos los interesantes, jugando a que no nos importa, sabiendo que lo importante es resultar interesantes para nosotros mismos, que sólo entonces seremos interesantes para los demás

      
si,  sobreactuamos

pero siempre con una risa irónica final.


   Le sacamos la lengua al mundo


y no nos quedamos cruzados de piernas


hasta que caímos extenuados


y el mundo nos paró los pies


a los dos.


Y entonces tuve la revelación… Aunque no sepamos que es esa cosa llamada amor
aunque parezca mentira

lo importante es amar


      Ama cada sensación, cada experiencia, cada miedo, cada éxtasis, cada agonía, ama a la persona con la que estás y con la que nunca estarás… 

Ama

Ama



   Porque al final, todos nos hemos arrojado al tren a la altura de Vinaroz y estamos solos y sólo el amor que hayamos sentido por nosotros mismos, que hayamos dado a los demás, va a quedar detrás, en cada  foto, en cada relato, en cada canción, en cada gesto, en cada abrazo, en cada caricia, en cada beso.




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