martes, 12 de julio de 2016

patti smith y una guitarra gretsch

Emotivo concierto de Patti Smith en el Botánico de Madrid, que se une en mi memoria personal al álbum de sensaciones en el que guardo las experiencias de haber visto también este mismo año a Paul McCartney, Brian Wilson, PJ Harvey, o el retorno de Los Flechazos, junto a muchos otros quizá no tan icónicos pero que también aportan endorfinas.

Ya la había visto, pero en otro tiempo y otro lugar, en un auditorio. El botánico daba una sensación recuperada de los viejos conciertos de rock, del bueno.

Ver salir a la dama del rock, ya transmite algo por la médula.Y más cuando las primeras notas del piano dan paso a un ejercicio de nostalgia desgarrada acompañado de ese "Jesus dies for somebody sins but not mine", que daría paso a una Gloria menos sexy y más reposada, pero igualmente entera, Kimberly, los recuerdos a Johnny... la obsesiva Horses, y para mi el momento cumbre del concierto con la emotiva Elegie, canción que escribió junto a Allen Lanier en honor a Jimi Hendrix, y que esta vez hizo extensible al pasar lista, con una voz fría como un témpano de hielo que recordaba a la mejor Nico, en un obituario declamado, a Jim Morrison, Janis Joplin, Brian Jones, Amy Winehouse, Kurt Cobain, Joe Strummer, Joey, Tommy, Johnny y Dee Dee Ramone, Jim Carroll, Richard Sohl, Lou Reed, David Bowie y Prince (entre otros, algún nombre se me escapó...) que acabaron siendo caballos lanzados por el precipicio.

Después, hubo algunas joyas más: la inesquivable Because The Night y la esperada People Have The Power, pero sobre todo las excelentes versiones donde ya no hubo paños calientes: Eight Miles High de The Byrds que sonó a banda de rock psicodélico de las que ya no hay, The Last Time de The Rolling Stones, o la esperada versión de The Who, My Generation.

Cada vez que salgo de un evento así, siento que cada vez nos queda menos. La música y los discos perduran, pero la capacidad de emocionar y motivar quizás se esté perdiendo... ya somos minoría, pero aún somos muchos. 

En otro orden de cosas, tuve la oportunidad de probar esta maravilla de guitarra, por la que siento especial rollo fetichista. Usada por grandes mitos de la música, desde The Beatles, hasta Brian Setzer, pasando por Lou Reed, por citar a algunos, es una guitarra que transmite una energía especial. Gran guitarra propiedad de nuestro buen amigo Miguel A. Gilabert, que tuvo a bien prestármela un rato para enredar con un viejo solo de The Sexy Circus :)



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